2016/01/15

a mis 35 años de vida

El 20 de septiembre de 2009, publiqué en mi abandonado blog: “y por cierto... sigo con la idea que a mis 35 años de vida... algo que deseo sucederá”
Eso que deseaba desde hace varios años (debió ser en 2007 ó 2008) aún lo recuerdo hoy claramente: era con relación a mi situación sentimental, sería la parte final del cuento de princesas, poco antes del “… y vivieron felices para siempre”. Me lo imaginaba así: Yo estaría parado en una playa de Portugal (allí nos encontraríamos), yo cerca del mar esperándole. A lo lejos se acercaría caminando, una vez juntos esperaríamos y disfrutaríamos viendo el atardecer y la puesta de sol para terminar la escena con un apasionado beso y la confianza de comenzar una nueva vida a su lado.
No cabe duda la tecnología de hoy es impresionante… las redes sociales muestran y propagan información muy detallada. Aunque uno no la busque, se entera de lo que pasó del otro lado del mundo a sólo minutos de que sucedió. Esta no fue la excepción. La noticia me llegó primero de su ahora “ex”, hace un mes más o menos; no lo pude creer, lo lamenté. La noticia regresó de nuevo ayer, ahora, de mi hermana mandándome unas pantallas de su feis: caminarían rumbos paralelos pero ya no juntos.
Mi primer reacción fue recordar eso que imaginé varios años atrás: blog, Portugal, la playa, después esa canción que le haría sonreír, (me gusta su sonrisa, y sabe porqué) esa canción en francés que me haría olvidarme de todo por estar allí, la canción en el concierto, y otras cosas más. Lamentablemente también recordé ese día que se despidió dándome a conocer su decisión de hacer y querer hacer las cosas como juzgaba convenientes enfocado a su nueva vida en su nueva ciudad, el largo tiempo que me tomó asimilarlo y resignarme a que yo ya no entraba allí.
Las circunstancias han cambiado tanto en tan poco tiempo, podría buscarle pero no. Lo único que puedo hacer es desearle lo mejor: que logre crecer como persona, que logre desarrollarse profesionalmente y que sea feliz.
Poema XX (Extracto).
Pablo Neruda

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.